lunes, 30 de enero de 2012

Incomprensible e Intextricable Cotidianeidad


                                                                             

Si has conseguido leer el título sigue adelante:


Uno se intenta despegar de la odiosa rutina que se nos pega a diario, y lo hacemos en el momento más débil para esta: el viernes por la tarde. No hace falta mucho esfuerzo para eso, parece que estamos programados para hacerlo automáticamente, en ese momento sin concretar del viernes se tiene la ligera sensación de perder un poco las referencias, en el intento por hacer todo diferente, de llenarse de ocio y actividades agradables,  se deja uno parte de su identidad. 

Y esa sensación de estar en “off”, como flotando, por el divertido y holgazán mundo del fin de semana, se vuelve a perder abruptamente el domingo por la tarde. El fin de semana inventado por el mercado es una quimera, una ilusión óptica, y solo es una realidad tangible para Visa, para el centro comercial y para la autopista de peaje.

El domingo por la tarde, ese es el gran momento de la semana y no el famoso lunes por la mañana, que es otro invento. Es a partir de darnos cuenta por sorpresa de que en unas horas empieza otra semana y, que casualidad, la semana nueva empieza en lunes. Y vuelta a la cotidianeidad, vaya palabra, hay pocas sensaciones tan confusas como la de volver a la cotidianeidad, es un proceso que nos parece irreal quizá porque la palabra sea tan complicada que creemos que no es posible volver a ella; pero sólo tiene que llegar el domingo por la tarde, es imparable.

El desagradable pitido del despertador es como un calambrazo de identidad, como la silla eléctrica de tu condenada personalidad, y ya no hay apelación posible. El salto de la cama te recuerda que edad tienes, ahí en frio caes en la cuenta de que ya no tienes 30 años, y si te quedan dudas, después te vienes a encontrar con ese Yo que ves al otro lado del espejo, con esa cara de bobo y pidiéndote a gritos un poco de crema hidratante, ese también eres tú. 

Y cuando en el ascensor te encuentras a esos vecinos derrotados ya antes de empezar el día, cuando cruzas la avenida por el paso de zebra que te gusta a ti, cuando vas al café y te sientas solo en esa mesa (y no otra), ese eres tú también, poco a poco recuperas tu supuesta identidad. 
Cuando viene la camarera con el café exactamente como te gusta a ti, cuando abres el correo electrónico y entran en tromba esos mensajes que te recuerdan a que te dedicas, cuando el imbécil del portero te dice que tienes una carta certificada de Hacienda, cuando te llama una poeta para preguntarte la hora de la reunión y te recuerda que eres poeta tú también. 

Y así durante cinco interminables e inextricables días, en los que tenemos una falsa convicción de seguridad, durante los que creemos saber quienes somos y que hacemos aquí. Hasta el viernes después de comer, cuando hartos ya de tanta identidad de diario (y de hacer colas en el banco), tiramos la rutina al contenedor enfrente de casa, intentando renovarnos, convertirnos en alguien diferente, y empezamos a flotar por el irreal e incomprensible mundo del fin de semana.

4 comentarios:

  1. hola querido, estamos dentro de un círculo vicioso.
    Como reza el cuento en Alicia en el país de la rutina, si, si, has leído bien, el cuento se lo hace uno mismo si así lo desea.
    Ser esa persona que se agranda y se achica a conveniencia, no sé si por decisión suya o por la otros, pero ahí está, intentando sobrevivir al sistema en el cual ha entrado sin pedirlo y salir airosa y indemne de la andanza.

    Esa palabra de "Intextricable" ni pajotera idea de lo que quiere decir. Si su señoría tiene a bien de aclarármelo, le estaré infinitamente agradecida.
    Como somos martes, es de suponer que vuelve a llevar las vestiduras cotidianas que su profesión requiere, de ahí que le mande mis respetos.

    Besitos azules mi querido amigo jejeje bromas aparte, que tengas una hermosa tarde, muassssssssssss

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  2. Gracias por llamarme poeta, guapísimo!. Me encanta este relato tan cotidiano y tan inextricable, muy de mi estilo. De esos que miran el mundo con extrañeza, como diría una que yo me sé y que no queremos nombrar.
    Mucho, me gusta mucho.
    Y menuda jitanjáfora que te has marcado, porque Kanet, te diré que "inestricable" es una jitanjáfora y ahora ve al diccionario y busca esta palabra.

    Feliz fin de semana!!!! Besos

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  3. Ups gracias Elena! ya lo he corregido!! y gracias por tu comentario tan cariñoso!

    Me alegra que te haya gustado tanto el relato, yo sé que estos son de tu estilo tambien,

    Un beso,

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  4. Vale, vale, ya me enteré de que va esto. Gracias Elena, jeje ya lo busqué :D

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