martes, 12 de marzo de 2013

Aceras del Realejo

Voy solitario aireando mi alma,
salí del paraíso riendo a carcajadas,
y ahora mírame: por las tristes aceras del Realejo,
leyendo poemas de emigrantes, escritos con puñales
en sus muros, de azules azulejos.

Solitario voy, por su rio de oro
que encarcelado corre bajo los patios de otoño,
ignorando montañas y fronteras,
que de ceguera niega el mar y las alamedas.

Que fría  es aquí la mañana
cuantos años sin reino, de espera
cayendo nieves como cuchillos
clavándose, helados, en la vega.

Que solitario me siento, fuera del castillo
paraíso de cuentos y poemas,
pero daremos batalla,  lo tomaremos con fuerza
y escribiremos todos, como el de los Mil Caballitos Persas.

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