Por Nuestra Señora de la Luz
bajaba el levante, derrotado
ya sin aire venía
arrastrando sus chanclas, por el empedrado.
Y al Playa Blanca vino a caer
una mesa libre al fin,
media de hurta y una cañita, por Dios
en la placeta de San Martín.
“Míralo, por ahí viene el otro”,
“el que faltaba”, dijo la Ana
a la puerta de su tienda
la Hierba Sana.
“Tiene guasa la cosa, que jartera
asín desde marzo a enero”, contestó el camarero.
Se levantó un remolino, que voló las servilletas
y agitó los tendeeros.
Vaya gracia de pueblo,
tanta droga, tanto aire, to desecho,
si no fuera por las murallas
y las vistas del estrecho.
Unos niños en la orilla
dos gaviotas muertas de risa
tres nubes que salen corriendo
tú me sonríes, y yo sin prisa.
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