miércoles, 29 de febrero de 2012

Oscura nocturnidad


Desolada y externa la noche, ausente de almas solitarias que se desvanecen en su propia figura, sin sonidos ni movimientos, muere ahogada entre gritos canallas del karaoke fatal que no cerrará hasta la madrugada, cuando un Sinatra se mida con una sueca bebida venida del más allá. Ahí detrás un mediterráneo rugiendo de rabia, o mudo de cansancio quizá, nos recuerda que todos somos pasajeros de la soledad, de una sedante nocturnidad que nos cierra los ojos poco a poco y nos fuerza al sueño absurdo de la modernidad. Pasan las horas y ni sueño, ni descanso, ni espero nada ya, solo vegeto sobre una cama meditando sobre mi posición horizontal, el goteo del cuarto de baño me sumerge en un estado hipnótico irreal.

Harto de pensar harto de temer harto de imaginar, con los ojos cerrados, que piensan los corderos cuando el lobo lejano aúlla y se lanza ladera abajo segregando saliva. Grandes dudas me asaltan en medio de un sueño obsceno que parecía no tener final, un insomnio galopante me amenaza sin rodeos dándome la oportunidad de bajar de la cama a contemplar la auténtica nocturnidad desde la terraza, en toda su ilimitada belleza oscura, azul violeta mejor, con un tímido brillo anaranjado que asoma ya detrás de un mar de antenas de televisión.

Me salva en el último minuto el despertador digital que evapora una onda de radio (nacional), voces, noticias lejanas, realidad cotidiana, y un espejo obstinado que muestra más canas. Putin amenaza, Chavez no se muere, Bashar Al-Assad masacra, bienvenido a la actualidad.

martes, 28 de febrero de 2012

Primer Pre-sentimiento

Sentimos que vamos a salir de un momento a otro, y que ese será nuestro gran primer momento, mientras tanto pre-existimos. Se trata de nuestro primer pre-sentimiento, y demoramos salir porque intuimos que se está mejor ahí dentro, que fuera hay demasiada luz, se oyen gritos y carreras, hay prisa y nos hemos acostumbrado al mundo interior de las sombras, y el adn nos dice que una vez fuera ya no hay vuelta atrás.
Después nos rodearán otras sombras, que nos seguirán sin descanso, y nos acostumbraremos tanto que las buscaremos aunque no las necesitemos, pero entonces en ese mundo todo será maldad y padresnuestros, discursos sin final, públicos homogéneos y mucha ética existencial, se acabará la lentitud y todo se cubrirá de una brisa invisible de virtud. Por eso y más no queremos salir. Tiran de nosotros pero nos agarramos a la cálida obscuridad del interior, ya pre-sentimos nuestro final en una ciudad abierta y multicultural, inútil sutilidad, y nos repetirán para convencernos que la Ciencia es complementaria de la Espiritualidad.
El Sol entra por grandes ventanales ahí fuera, sí, pero quién quiso nacer.

lunes, 27 de febrero de 2012

Música transparente


Creo que soy transparente, quiero decir que me he ido haciendo transparente con los años, antes era como todo el mundo, de carne y hueso, dormía, me lavaba los dientes, estudiaba, iba al colegio andando, cargaba con una mochila pesada como los demás, vivía en una casa con padres y hermanos, incluso con un abuelo.

Recuerdo andar por las calles de la mano de mi madre, que curioso no recuerdo haberlo hecho con mi padre. De hecho no me acuerdo como era mi padre. Todos mis amigos tenían padres de verdad, el mío estaba siempre ausente, mi abuelo decía que “en el bar”. Luego me acuerdo de que mi abuelo murió y dejó otro hueco en la casa, ahí empezaron las transparencias.

Mi único hermano desapareció un día con mi padre y no lo volví a ver, no es que lo eche de menos, por la diferencia de edad y porque nunca me quiso a su lado, el tenía sus asuntos en el parque del barrio, a escondidas, como transparente, siempre con sus colegas. 
Y finalmente, mi madre se disolvió súbitamente por una acumulación de traumas existenciales, es decir que murió reventada de disgustos, reveses y pobreza.

Y ahí me hice transparente por necesidad, sin cuerpo ni pertenencias, sin hábitos cotidianos ni documentos de identidad, sin sexo, sin edad. Divago por mis ideas, vagabundeo por la ciudad, como un alma silenciosa, deambulante por momentos, inexistente y evaporado en otros.
No causo estorbo, no dejo huellas, duermo entre cuatro cartones para ver las estrellas, tumbado, siempre tumbado. Como obedientemente de una bolsa que sacan por la puerta trasera del mercado, choco con el gentío pero ni se enteran, ni me ven, saco la mano arrugada fuera de mi túnica pero debe ser que soy transparente, como la música.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El Invierno del Miedo

Hoy la ciudad se levantó a cámara lenta, no terminaba de amanecer, pero yo desayuné como si nada, haciéndome el tonto, salí con mi maletín negro en dirección a mi oficina, apenas había ruido de tráfico y lo que vi al llegar a la avenida fue realmente sobrecogedor.
Vi miedos por todos lados, lanzados como dados. Traté de ir lento para estar atento, sin huir pero viéndolas venir, bordeando las sombras, evitando las esquinas, temeroso del sol, esquivando transeúntes y mendigos, que digo!, evitándome a mí en los escaparates, que disparate de día.
Estamos muertos de miedo, acojonados, a mi vecino del tercero lo encontraron ayer literalmente fiambre de un miedo que le dio al ver el telediario, con este nuevo gobierno metiendo miedo y palos no me extraña, un amigo me ha confesado que por las noches le da tal tiritera que se esconde entre las sábanas a leer historias prohibidas, de miedo, y se le va tanto la olla que acaba creyendo que va en un camarote viajando por las estrellas. Pero los conozco peores, el dentista de mi hija me reveló que cuando cierra la consulta al final de la tarde no se atreve a apagar las luces porque la última vez que lo hizo los sillones de la consulta se lanzaron tras de él gritando “¡nos debes al banco, no eres dueño de nada, espérate cobarde!”.
Pero quién puede esquivar las sombras, con este sol de febrero siempre huyendo por el sur, que las crea alargadas y siniestras, imponiendo este régimen de temor. Es el Invierno del Miedo, porque estas sombras que no se tocan pero que sí se ven, solo se difuminan ya al atardecer.
Yo mismo crucé la calle esta mañana cauteloso, rodeado de peatones muertos de miedo, ateridos por la recesión, asustados de nadie sabe qué, de un cierre, de un despido, de un policía agresivo a sueldo del PP. Es un miedo que no se difumina, no como el dinero que se esfuma como el humo del puro que se fuma el banquero guardián que se sabe del nuevo clero. Nevadas históricas y bolsas histéricas, falsos apretones de manos, heladas de complicidad. Invierno de palabras cortas, se acabó la solidaridad, se lleva más Merkel ó DSK.
Llego al Café sin respiración, y escucho risotadas de especulación, ejecutivos de escuelas de negocios privados lanzando amenazas bajo control, oigo remotos aullidos de horror y el nuevo ministro del miedo en el televisor levantando un dedo con anillo de oro, como una Papa con capa, como un pirata con loro, y todo.
Es mi último café, solo me queda un euro, después yo mismo me cerraré, no sé, saldré corriendo hacia el mar, porque nos han enseñado a continuar, a no parar, por si viene la policía detrás, a circular y a disolverse, a no escribir para que no verse, vaya a ser que salgan poemas y a la gente se la acabe la pena, no sea que con estos relatos acabemos con tanto salvaje en un rato, no vayamos a rimar y a los cagados les dé por pensar.
Yo por si acaso sigo escribiendo, escribo sin parar, con dinero ya prestado me he comprado otra libreta roja, pa que el invierno no me coja.


 

sábado, 18 de febrero de 2012

¡ Un momento !

Un momento es un momento, no es ni tiempo por ser tan fugaz. Nada dura nada, todo pasa sin pasar, sin dejar huella, sin tardar. Creemos que pasamos el tiempo haciendo yo que sé, pero no pasa nada, porque el presente se desvanece simplemente, antes de lo que tarda un terrón de azúcar en disolverse en el café negro, un instante. Miras una mirada ajena que a su vez te devuelve un guiño, o una ausencia gris, o una amenaza ausente que ni siquiera se siente, depende, lo único cierto es que todo ocurre en un tiempo inexistente. El Presente es un Instante casi Inexistente.

Ausente. Entro en el Café, mi mesa habitual ya está ocupada, he llegado tarde, pido permiso al hombre negro que la ocupa, sin levantar la mirada me hace una señal ausente, un “yeah, yeah” americano, dispuesto a no perder el tiempo conmigo, ni yo con él. Saco mi libreta roja y me pongo a escribir frente a él, sin pensarlo, en un tiempo record. La camarera argentina me mira casi sin mirarme, como ausente, como un rayo el café en vaso grande ya está en la mesa sin haber tenido tiempo de pedirlo. Le dirijo una rápida sonrisa de agradecimiento, lejana como una ráfaga de viento. El hombre negro, sin pensarlo, con su teléfono ultra veloz alza la voz: “¿¡are you coming back to me, or not!?”, evidentemente no. 

Evidente, mente, Automática, mente. Ahí fuera tres coches aparcan
a la vez, un mercedes negro, un descapotable sonriente y un todoterreno gigante, todo ocurre en un instante, como antes. Se bajan un señor del siglo pasado, una gran señora enjoyada y un ejecutivo herido por la recesión, simultánea, mente. Ocupan las tres mesas libres, alzan sus manos rápidamente, sacan sus dispositivos altivos y a una señal se conectan a internet de ipso facto, en el acto, sin tiempo que perder. Joder

jueves, 16 de febrero de 2012

La contraseña


Hace veinte años que me dieron la contraseña de tu caja fuerte
A una plaza escondida
Yo iba a mirarte
Y por la noche lloraba
De no poder tenerte
En la calle del Buen Suceso
Por fin pude tocarte
Siempre quise que me ocurriera, cada noche lo soñaba
Cada noche el mismo sueño, tanta buena suerte.
A las siete de la mañana te sigo llevando un té
Te gusta muy ligero, y con un besito después
Ya no tenemos 30 años, ni cuarenta,
Pero me sigues oliendo a menta
Yo ya tengo arrugas, de felicidad
Y tú, ojos azules de verdad.
Tantas playas andadas
Cuantos vuelos y ciudades
Esos ríos a contracorriente!
Tantas montañas subidas
Y ahora qué?
Ahora navegamos de poniente,
Y en la bodega… tu caja fuerte.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La ensenada


Andamos lentamente la ensenada

Movidos por el aire de levante

Tanta sal en las dunas, tanta calma

Nos ciega esa luz de marejada

Tu mirada llegó hasta el horizonte

Y mis besos a tu cuerpo, al alba

Ya baja la marea, se hace tarde

Y te vas, y te vas con el oleaje

martes, 14 de febrero de 2012

El Kindle y las hormigas


                                                    
Vemos los problemas venir, ni siquiera los sentimos o los presentimos, es que los vemos venir. Al principio son como una hormiguita negra y simpática parada en mitad del suelo de mármol blanco del salón, luego inician su avance hacia nosotros, contrastando ya claramente con el blanco del suelo. Y es negra, es decir, un problema. Los problemas en la vida no son de colores, son negros (o como mucho gris oscuro) y resaltan desagradablemente con el blanco anodino de la aburrida vida diaria.

La hormiga negra es el problema, la vida cotidiana es el suelo de mármol blanco, lo cogen?.

Y nuestra intuición ve la hormiga en cuanto esta se pone en movimiento, ve como se aproxima y nos avisa en bajito “ahí te viene un problema más, y esta es de las gordas, de las que vienen cargadas de sangre y tienen la cabeza más grande que el cuerpo, aplástala ya o la tendrás trepando por la pantorrilla en unos minutos”.

Después eres tú, no tu fastidiosa intuición, el que identifica a la hormiga. Ergo es un problema (si fuera una pulga sería tu esposa, y si fuera una cucaracha roja y negra sería tu suegra). Y es negra, por lo tanto un problema serio, no es el conductor de al lado diciéndote que tienes una rueda pinchada nada más.

Y más tarde, cuando ya tienes el bicho delante eres tú, tu intuición y tu mujer, diciéndote que tienes el bicho delante y que le tenías que haber hecho caso pero nunca la escuchas (a tu mujer). Pero ya es tarde, tienes el bicho trepando por la pantorrilla, dentro del pantalón, fastidiándote ya la existencia, imposible de cazar.

Y todo esto ¿por qué?, ¿por qué, si tenemos este maravilloso mecanismo natural, este microchip instalado ya en la misma sala nido del hospital, que funciona infaliblemente, no lo usamos?. Con lo felices que seríamos si lo conectáramos al desayunar y atendiéramos a la señal que nos dice “esta persona que tienes delante ahora hablándote te va a complicar la vida de manera que ni te puedes imaginar, sal huyendo ya”.


La Intuición es el mejor router inalámbrico, el mejor sistema wifi inventado jamás para conectarse a esa red llena de bichos y arañas que es la vida. Pero es que el suelo de mármol blanco brillante es muy, muy aburrido, es cansino y anodino, tedioso y nos atrae la hormiguita inocente, indefensa, nos fascina verla avanzar con su trocito de pan hacia nosotros (la miga, ese es el problema).

Por eso me encargué mi Kindle con un avisador acústico de insectos, mientras disfruto de mi lectura en paz, mi Kindle detecta problemas, y cuando el pitido va a más me limito a pegar un zapatazo contra el suelo, y se acabó. Ahora soy feliz.

lunes, 13 de febrero de 2012

Fifi. Incidente en Puerto Banús.


Hoy me han llamado guarra. Así, tal y como suena, además me lo ha llamado en el peor sitio que pueda una imaginar, en el opening event de la nueva boutique CoolD&G, de mi querida Dolce & Gavanna, en el Puerto.

Me levanté temprano, sobre las 11, y la urbanización estaba todavía dormida, el sol se reflejaba ya oblicuamente sobre las fachadas blancas cargadas de buganvillas, y las tejas cambiaban lentamente del color cobrizo del amanecer a un naranja intenso (esto lo ha metido mi relatista, yo odio la poesía).

Mientras me hacía el café en la cocina observé por la ventana como mi jardinero preferido, Pedro, me lavaba a Franky (mi descapotable verde, lo llamo así porque me lo compró Francesco después de una noche loca en un Beach Club). No me pude resistir, chica, que quieres que te diga. El jardinero está muy bien alimentado, es tan joven y moreno, de Ojén, de campo vamos. Salí en mi bata de seda fucsia trasparente a darle las gracias, y después de un saludo banal me siguió a la señal de un chasquido y entró conmigo a tomarse un cafetito, intenso, cremosso, ahh mi caro y fiel Pedro. Mimí nos observaba indiferente sin moverse del sofá. Ya está acostumbrada. 

Con mis hormonas revueltas, Franky arrancó al primer giro de llave, rumoroso, suave, con mi mano derecha cogí con fuerza la palanca de cambios (Dio mio como me gusta la palanca de cambios a primera hora de la mañana) y bajé la cuesta de la mezquita con la capota ya bajada, mi melena salvaje al viento, mis gafas de LV edición especial “Boi de Boulogne” del año 75 me cubrían media cara (indispensable accesorio para mantener la intimidad cuando una es tan conocida), llegué a Massimo, mi amado Massimo, a desayunar como una gran dama debe, vero café italiano con delicadíssimos croissants piccolinos, jugo de naranja exprimitta a mano por el mismísimo Massimo, ohhh como exprime este napolitano, que mano de osso, lo adoro. Me lo trae todo él en persona, en una bandeja de diseño que guarda solo para la gran Fifi.  Sentada en la terraza veo como me sonríe Franky, con su cara limpia y cromada, y ese radiante color verde inglés.

Después, una visita espress a la peluquería Lounge de la Coiffure, en los jardines del hotel Puente Romano, mi preferida, donde me cuelo descaradamente, me lavan y peinan, para envidia de esas gatas celosas que me miran con rabia contenida, ¡ya estaba lista para el opening de D&G !. El guarda del puerto levantó la barrera nada más ver a Franky girando por la rotonda de entrada, me distingue en la distancia, me teme, ya hace unos años le clavé las uñas en su asquerosa cara de mono porque se negó a dejarme aparcar en pleno verano delante de Sinatra’s, a mí!. Ese orangután ya no se olvida de la Fifi fácilmente.

Cuando llegué a la puerta de la nueva boutique allí estaba de pié, como un caballero que es, mi abogado Alvarito (lo llamo así porque tiene sólo 50 añitos) el mejor abogado de esta ciudad de abogados, jefe de Trinque y Blanqueo Asociados S.A., Alvarito me resuelve todo, me desatasca todo. Él entra por todos los despachos oficiales del Ayuntamiento como si fuera por su casa. Es un chico adorable, amoroso, un pijo espagnolo con rizos en la nuca y chaquetita verde acolchada de Ganadería Brava. Tiene esposa pía e sumisa, siete niños rubíssimos en el colegio del Opus Dei, y ahí lo tienen: fiel y tendiendo el brazo a la gran Fifi para hacer una entrada triunfal en lo must de Puerto Banús.

El opening iba fenomenal, mucha pose auténticamente marbellí, mucho maquillaje Shisheido y sonrisas super forzadas, copas de champagne francés, y muchas miradas de gatas en celo. Todo divino de la muerte hasta que vi al dueño de la tienda ofreciéndole a la Gran Duquesa Amareta Von Decrepitt un chaquetón de piel de tigresa traído desde Milano para este event, una tontería de 2.600 euros. Tiré del brazo de mi Álvaro, le indiqué con mis ojos el mostrador y me juré “ese chaquetón es para la Fifi”. 


-Vaya, mira quién está aquí- interrumpí sin permiso la conversación-, pero si todavía le queda dinero para ropa a la nobleza centroeuropea.

-Bueno, bueno cómo iba a faltag a la fiesta la señoga Filomenna, y al brazo de un señogito nuevo! –dijo con sorna hiriente la vieja bruja- ¿pego, que te trae pog aquí, quegida?.

-Tú qué crees mona del Neandertal?, huy perdón, de Netherlands – le devolví el navajazo sutilmente, como es mi estilo-. Pues vengo a por el chaquetón que estás ensuciando, porque lo tenía reservado para mí, Giancarlo el diseñador de la centrale en Via Garibaldi, fíjate que casualidad, e amiguíssimo de tutta la vita y lo dibujó para mi cuerpo divino.

-Pues mira por donde que me pagece que te quedas sin chaquetón este inviegno guapa, le acabo de dar mi tarjeta Gold Miracles, de la Unión de Desfalcos Suizos a la dependienta. Cómo lo siento chica!, huy, huy!.

En ese momento me subió desde el coxis un grito electrizante -¡Alvaro! , ¡ese chaquetón lo quiero ya!, ¡pero deja de mirarme así y agarra el chaquetón!- , al oir el grito Mimí se puso en tensión y empezó gruñir fieramente enseñando sus colmillos al ridículo schnauzer enano de La Decrepitt. El murmullo creciente de la tienda se paró en seco, se hizo un silencio total y el público se giró hacia nosotros. Dio comienzo el espectáculo.
-Guarra!, que eges una guarra!, que eres la gran madama de los nuevos gicos Magbella! 
-Álvaro!! ¡que me da algo!, ¡dile a la suegra de Matusalem que el chaquetón es mio!!- grité, ya fuera de control, mientras le agarré el moño postizo a la bisnieta bastarda del gran Duque Guillermo de Netherlands y Ducados Flamencos del Báltico.

En ese momento Mimí se abalanzó sobre el pobre perrito de la nobleza hincándole los dientes, el público se arremolinó a nuestro alrededor, el dueño de la boutique se puso pálido como una momia y la dependienta dio un gritito y se escondió detrás de la caja registradora. Y ya no puedo contar más porque perdí los estribos, veía los maravillosos bolsos de D&G dando vueltas por el aire, las carteras de piel de gato de Kazajistán volando y los zapatos de tacón tournee con anilla de oro pálido de Sebastopol girando a mi alrededor y finalmente perdí el sentido, es decir me desmayé con un grito ahogado, y con el chaquetón bien agarrado. 

Quién dijo que Marbella en invierno es aburrida? Y con el tiempo que está haciendo el chaquetón no va a salir del armario, pero Álvaro ni lo dudó un momento, se juega mucho, lo tengo bien amarrado, son ya muchas visitas a Trinque y Blanqueo Asociados S.A.

viernes, 10 de febrero de 2012

Una Noche Perfecta

                                                  
Una noche perfecta
Cubierta de diamantes
Locos de pasión,
Como antes.
Murmuran los pinos
Se enfría la arena
Tú eres fiel
Y yo,
Yo te regalo besos
Invisibles de miel.
Un murmullo de fuego
Un silencio de amor
Y al fin, un gemido de fusión
Oleaje dulce
Desnudo limón.
Tú me arrastras hasta tu mar
Y yo te sigo
Por una espuma de orilla
Con la duna de testigo,
Me adentro, me adentro
En la música de tu oscuridad

domingo, 5 de febrero de 2012

SILENCIO. Un Poema


                                                                                 

El viento huracanado

Se ha llevado

El ruido de la ciudad

Y la ha cubierto de silencio

El cielo está más claro

De un raro azul intenso

Incluso hoy, el mar

Se retiró a descansar

Aplanado por el viento

Y se limita a murmurar

Con un oleaje suave

Que cansado, viene y va.

Yo contemplo el horizonte

Lleno de tanta luz

Quietud

Y un velero lejano

Apenas puede navegar

Sin viento, en silencio

Y bajo la única nube

Baja y sube.


Suena el Jazz

                                                 


Sopla un jazz antiguo dentro del Café, yo intento escribir poesía, un poema sobre ella
Ahí fuera suena el frio viento, violento, va saliendo el poema, va sonando la trompeta
La camarera me pregunta qué hago: soy poeta.
Tú estás en la barra, de pié, siempre te veo con prisas, con tú café
Con tu maletín elegante, de piel, con tu mirada elevada, azul
Arrecia el jazz aquí dentro, mi poema ya es un intento, es jazz americano, jazz negro
Te deseo, te quiero tanto, Saint Germain de Pres, voz de tabaco, ritmo enfurecido que en fuego se convierte y no puedo dejar de mirarte y quiero quererte y que quiero beberte.
Cierro mi libreta, termino mi vino, te ofrezco una copa, te comería a besos, pero me respondes “tú eres uno de esos”.
 Estás equivocada, estás enamorada, tómate un poema, cómeme entero
Mira mi mirada, mira que ojos, admira mi descapotable rojo
Suena mi móvil, llamada perdida
Tiemblo, la veo llegar por la esquina.
La puerta se abre, entra con su madre
Se hace el silencio, se cuela una ráfaga perdida
Como una suegra enfurecida
Vuela mi libreta, corro al baño
No puedo más, son muchos años.
Esto ya es un huracán,
Como el ritmo del jazz
Tu mirada echa fuego
Y ella se me va
Un poema más, un amor menos.
Un clarinete se cuela y me hace soñar